Con la cara lavada

El otro día oí a Antonia dell'Atte en un programa diciendo que odiaba a las mujeres que se arreglaban desde por la mañana 😒. No sé qué clase de vida lleva esta señora que puede pasarse en chandal y sin peinar toda la mañana y luego aparecer radiante por la noche en eventos, peinada y arreglada por profesionales.

La mayoría de nosotras, sobre todo si trabajamos, salimos de casa por la mañana y volvemos casi de noche y no me veo en pijama y zapatillas tomando el autobús o atendiendo a clientes en el trabajo. Por no hablar de que a diario nos peinamos y nos maquillamos sin ayuda profesional.

Es posible que sea cuestión de opiniones, como casi todo, pero yo procuro salir a la calle siempre dando mi mejor cara. Nuestra imagen es nuestra carta de presentación; a partir de lo que vemos, empezamos a forjarnos opiniones y, aunque está muy bonito eso de que lo que cuenta es el interior (que no dudo de que sea cierto) es inevitable que sintamos atracción o rechazo hacia personas solamente por la imagen que nos muestran. Por ejemplo, si vemos a alguien con el aspecto descuidado, lo asociamos instintivamente a que esa persona es descuidada y poco digna de confianza; no estoy diciendo que esa persona sea así sino que eso es lo que su imagen nos sugiere.


Esto en cuanto a la parte exterior pero hay algo aún más importante y es la forma en que nos sentimos cuando salimos de casa viéndonos guapas o atractivas. Sólo con eso ya se afronta el día de otra manera.

Está demostrado que podemos usar la colorterapia  en nuestro vestuario para modificar nuestros estados de ánimo; así, por ejemplo, cuando estemos tristes o desganados debemos vestirnos de colores vivos para sentirnos mejor.  Pero hablaremos de esto otro día, la colorterapia aplicada a nuestro vestuario merece un post aparte.

Lhiannan

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